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viernes, 10 de agosto de 2012

No son sus ojos, es su forma de mirar. La espiral entre la miel y el verde oliva se enlazan. La calidez de un movimiento, la expresión de un gesto, el amor de manifiesto... La picardía y la dulzura en ambas dosis que se asemejan a la dependencia de las drogas o a la necesidad de la ayuda de una madre al nacer. La abrumadora ola de sentimientos que recorren mi cuerpo cuando se dirige a mi se muestra inabarcable. Hechiza mis pensamientos y mis desvelos, mis alegrías y mis tristezas, y ante todo mi corazón. Es él el que capta el significado de la palabra amor y de cada uno de los gestos que transmite una mirada, su mirada.

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